Gloria Ram

88. VANIDADES / VANITY 

"Necesitamos autenticidad / 

We need authenticity."

17/01/21

Explicación / Explanation:

Hacía escasamente cuatro días que había abierto una cuenta de Instagram. 

Hasta ese momento no tenía ni idea de lo que ofrecía aquel escaparate de imágenes sin fin.

Lo primero que llamó mi atención fueron todas esas fotos de gente creándose una imagen de éxito "perfecta".

A mí me parecía que esas personas sólo pretendían diferenciarse del resto, como si unas poses y mil filtros sirvieran para fingir que no tenían una vida tan mediocre como la de cualquiera.

Sin duda habría excepciones, pero pensé que la mayoría de gente que buscaba reconocimiento de esa manera, lo hacía porque no se conocían, y que algunos incluso confundirían al personaje de sus fotos con su verdadera identidad.

Por no hablar la sorpresa que me producían aquellos que posaban junto a sus obras, a veces tan ligeros de ropa, que no se sabía muy bien qué vendían, si su arte o su cuerpo. ¿De qué diablos iba todo aquello?

Para mí, aquel exceso de vanidad no indicaba otra cosa que un gran déficit de autenticidad.

Que yo supiera, la autenticidad consistía en tener el valor de ser lo que cada uno era, sin tener en cuenta modelos externos, modas, tradiciones o creencias.... 

E Instagram parecía el paraíso de las apariencias, en el que a primera vista parecía haber de todo, menos gente auténtica. 

Pero, ¿ quién era yo para juzgar?. Acaso, ¿no éramos todos vanidosos en mayor o menor medida?.

Entendiendo la vanidad como acicalarse, mirarse al espejo y decirse: 

-Pero, !qué guapa estás!- podría decirse que a mí me entraba la vena vanidosa cada vez que me preparaba para salir de fiesta. 

Aunque como le doy más importancia a la comodidad que a la apariencia, los que me conocen bien saben que lo mío suele ser acabar la velada bailando con deportivos, !aunque lleve vestido!. 

A ciertas horas lo que menos me importa es si luzco guapa o fea. 

Y lo que es entre semana, a veces ni siquiera me peino. 

Sabía que cualquier sábado podía subirme a unos tacones y lucir un vestido, porque me divertía verme distinta. 

Sin embargo, era consciente de que mi ropa no era yo y que en cualquier caso, siempre me identificaría más con la chica que se ponía lo primero que encontraba y salía con las manos manchadas de pintura, la cara lavada y el pelo recogido en una improvisada cola de caballo.

Por eso pensé que más que vanidad, lo mío se podría clasificar como "coquetería transitoria".

Desde luego, si ser vanidosa implicaba vanagloriarse o creerse superior a otros, no encajaba en el perfil.

Que yo recordase, por estar siempre más pendiente de mis defectos que de mis virtudes, raramente encontraba de qué presumir. 

En cuanto a la imagen en general que otros pudiesen tener de mí, tenía que reconocer que sí me importaba que me tomasen por lo que no era.

En más de una ocasión me había quedado de piedra al enterarme de cómo me veían otros, aunque nunca me causó muchos calentamientos de cabeza.

Con mi tendencia a huir de los convencionalismos sociales y a no fiarme de apariencias, siempre me había esforzado más en labrarme una imagen interna que me sirviera para quererme por encima de cualquier expectativa externa. 

A mí no me valía eso que decían de que la sociedad te presionaba. Si acaso, sugería. En última instancia, dependía de cada uno cumplir o no con las expectativas que nos iba marcando.

( Y aún así, que conste, acabé cumpliendo unas cuantas).

Para mí, el éxito residía en cómo me sentía y no en cómo me vieran los demás.

¿Para qué iba yo a buscar diferenciarme de nadie si lamentablemente siempre me había sentido diferente?. !Cuánto sufrimiento en vano al intentar encajar donde no podía!

Por lo menos sabía que había hecho bien en rendirme. Gracias a ello, había averiguado una importante verdad sobre mí: 

De especial, no tenía nada. 

Era tan normal 0 tan rara como cualquiera. !Y ni siquiera tenía que encajar!. 

Lo único que realmente tenía que hacer era aceptar mi singularidad, independientemente de dónde y con quién estuviera.

Eso sí, sin pasarme de la raya, porque lo de ser "auténtica" sonaba muy bonito, pero no te hacía muy popular...  

Me habían hecho falta unas cuantas hostias para darme cuenta de que ser tú sin caretas solía reducir tu círculo de amistades en vez de ampliarlo y que por el bien de todos y el mío propio, más me valía aprender a autorregularme para no ir creando caos innecesarios allá donde fuera.

A veces recordaba aquella frase que solía decir mi madre y contra la que yo siempre me rebelaba. Decía así:

 -"Cría fama y échate a dormir". 

Pero, ! yo no quería ser famosa, sino feliz!

También sabía lo fácil que era crearse una "mala imagen".

A los dieciséis ya le preguntaban a mi madre acerca de si estaba enferma o tomaba drogas, sólo porque vestía de negro, escuchaba música "rara" y estaba muy flaca. 

Y por aquel entonces, !ni siquiera fumaba tabaco!. Sólo estaba triste y asqueada porque todo me parecía una mierda.

Al salir de Instagram, me percaté que estaba haciendo exactamente los mismo que aquellos vecinos habían hecho conmigo: Juzgar por la apariencia.

Sin darme cuenta, me había pasado un buen rato criticando a personas que no conocía de nada, !y me sentí avergonzada!. 

Al fin y al cabo, la gente tenía tanto derecho a ponerse máscaras como yo a quitármelas. !Que cada uno hiciese lo que le diese la gana!, ! qué me importaba!. 

Desear que otros actuasen de manera distinta  a cómo lo hacían, era lo más parecido a pretender convencer a todo mi pueblo para que saliesen a la calle desnudos, sólo porque a mí me apetecía hacerme nudista.

Por unos instantes intenté ponerme en la piel de aquellos que parecían venderse como un producto ...

Tener que lidiar con no ser más que un huevo "Kinder" vacío cuando nadie los viera, debía de ser durísimo.

Por no hablar de la gran pérdida de tiempo y energía que debían emplear en busca de la imagen perfecta que subir o peor aún, en lucir siempre atractivos o mantener su estatus más allá de las redes.

Y todo ello "para no defraudar" a sus fans, ni dentro ni fuera de la pantalla. 

!Cuánto sacrificio inútil!, !menuda esclavitud!. ¿De dónde sacaban tanto tiempo libre?.

Pero pensar en ello, también me hizo ver lo mal que me vendía. Jamás había sabido venderme. Ni siquiera lo había intentado. !Los extremos nunca eran buenos!.

Y también, de lo polarizada que estaba.... Porque, sin pretenderlo, seguía criticando.

Pude darme cuenta de lo fuerte que era mi tendencia al ensimismamiento, y como esta provocaba que me olvidase del mundo externo y de todos los que me rodeaban.  

En mi caso, no tenía fans a los que defraudar, pero sí personas queridas a las que no siempre prestaba la debida atención por andar inmersa en mis cosas.

Pero lo peor no era defraudarlos a ellos, sino a mí misma, lo cual sucedía cada vez que mi egoísmo tomaba el control y me caía encima un chaparrón de quejas.

También caí en la cuenta de que no sólo perdía el tiempo comparándome con otros, sino que los discriminaba tachándolos de superficiales. !Con lo tolerante que me creía!.

¿Por qué si no, iba a lamentarme de que a la mayoría de gente no le interesase ir más allá de las apariencias?.

Plantearme esa pregunta me ayudó a ver que gran parte de mi malestar en los últimos tiempos se había debido a mi desaforado empeño porque otros se interesasen por lo que había dentro de mi huevo "de marca blanca" !cómo si fuera interesante!, !cómo si les tuviera que importar!

Esa actitud sólo decía una cosa de mí: Era demasiado pretenciosa. 

!Y no veía mucha diferencia entre ser eso y orgullosa, vanidosa o presumida!.

Porque si bien no buscaba diferenciarme del resto dando una imagen falsa ni pretendiendo aparentar nada que no fuera, de alguna manera, compararme me hacía sentir superior. !Cosa que jamás hubiera imaginado!.

¿Tan mal estaba de autoestima que tenía que criticar a otros para quererme más?, !eso sí era lamentable!.

Al final, lo único cierto era que todos andábamos perdidos, tanto en las redes como fuera de ellas.

Y que aquí cada cuál, con su forma de ser y actuar tenía unas necesidades que cubrir, y por encima de todo, derecho a hacerse tan "feliz" como pudiera, ¿ quién era yo para decir qué hacer y que no?.  

!Allá cada loco con su tema!. 

Unos parecían encontrar satisfacción en mostrar una vida ficticia que siguiera los cánones de éxito que la sociedad marcaba. Otros sentíamos rechazo hacia ese mundo de apariencias.

Los primeros, buscaban sentirse válidos a través de la aprobación externa, y los segundos valorábamos nuestro mundo de ficción, a menudo en exceso, por ser ese el único lugar donde nos sentíamos realmente válidos. 

Pero en ambos casos, pecábamos de lo mismo: De una falsa creencia de separación, de falta de equilibrio y necesidad de aprobación. 

Todos los que nos posicionábamos en un extremo, perdíamos de vista el objetivo (!vivir!) mientras huíamos de la misma realidad en ruinas que todos compartíamos y que en definitiva, ninguno aceptábamos tal y como era.

Así me percaté de mi rechazo y resistencia hacia las redes, de las que jamás había abusado, hasta el momento.

De sólo usar el Facebook por temporadas para compartir fotos, la mayoría de fiesta con amigos, estar al día de eventos y acompañar los cafés que me tomaba a solas, había pasado a "mantener" dos cuentas y encima, otra de Instagram.

No me sentía indecisa porque tuviese dudas acerca de mi decisión de compartir mis dibujos y su historia. !Eso ya lo estaba haciendo!. 

Mi incertidumbre tenía que ver con los medios que no me quedaba más remedio que usar para llevarlo a cabo y en especial, de mi nivel de competencia para ello.

No se trataba de indecisión, sino la falta de confianza en mí misma lo que me llevaba de cabeza.

Lo que pasaba era que detestaba verme tan perdida en aquel océano de información e imágenes, donde no sabía por dónde empezar. 

Y no era la falta de conocimiento lo que más me incomodaba, sino la inversión de un  tiempo precioso que podía emplear en hacer cosas que me gustasen más.

Pensar en todo esto me sirvió para comprender que no era de extrañar que me sintiera como me sentía. !Aquel mundo era completamente nuevo para mí!...

Y también para llegar a la conclusión de que no tenía razones para sentirme indecisa o dudar de mi discernimiento, puesto que realmente sólo había una decisión que tomar: Desaparecer o continuar... 

Y ya sabía la respuesta.

Explanation:

It had barely been four days since I had opened an Instagram account.

Until that very same moment, I did not have a clue about what that window of endless images offered.

The first thing that struck me were all those photos of people creating a "perfect" success image.

It seemed to me that what they mainly intended was to differenciate themselves from the rest, as if some poses and a thousand filters served to pretend that they did not have a life as mediocre as the one of everybody else.

There would be exceptions, I don’t doubt it, but I thought that most people who wanted recognition did so because they didn’t know themselves and that some would even confuse the character in their photos with their true identity.

Not to mention the surprise I got from those who posed next to their works of art. Some of them did it dressed in a way that it was not clear whether they sell their art or their bodies. What the hell was that all about?.

For me, that excess of vanity indicated nothing but a great deficit of authenticity.

As far as I knew, authenticity consisted in having the value of being your true self, regardless of external models, fashions, traditions or beliefs... 

And Instagram seemed like the paradise of appearances, in which at first glance there seemed to be everything, except authentic people.

But who was I to judge!. Were not we all vain to a greater or lesser extent?.

 If I understood being vain as preening and looking yourself in the mirror saying:

-You are gorgeous!...

I guess it could be said that I suffered from a stroke of vanity every time I was getting ready for partying.

Although, as I give more importance to comfort than appearence, it is nor rare that I finish the evening wearing trainers, even if I wear a dress!.

At certain times I don’t care if I look pretty or ugly.

And what is on weekdays, sometimes I don’t even comb my hair. I rarely put on some liptstick or use make up.

I knew that on any Saturday, I could climb into heels and wear a dress, because I had fun looking different. 

However, I never forgot that my clothes did not make me and that I always identified myself most with the girl that put on the first thing she found and went out with her hands stained with paint, her face washed and her hair pulled up in an improvised ponytail.

That’s why I thought that more than vanity, mine could be classified as "temporary coquetry".

Of course, if being vain meant boasting or thinking to be superior to others, I feel I did not fit the profile.

Moreover, as far as I remembered, due to the fact that I was always more attentive to my faults than to my virtues, I rarely found any reason to boast of anything.

As for the general image others might have of me, I had to admit that I did care that they took me for what I was not.

On more than one occasion I had been shocked to be told  how some saw me, although it never caused me a lot of headaches. 

With my tendency to run away from social conventions and do not trust appearances, I had always tried harder to create an internal image that would serve me to love me above any external expectations.

Nothing to me, all what it was said with regards to the fact that society pressed us to do this or that. If anything, it suggested! but it was up to each one to meet the expectations that were marked.

(And yet, I ended up fulfilling a lot expectations that had not ever been mine).

To me, success did not have to do with the image others had of me but with how I felt.

Why would I seek to differentiate myself from anyone if for years I had felt different?. How much suffering for nothing! Always trying to fit in where I could not.

At least I knew that thanks to giving up on time, I had learned an important truth about myself:

I was not special at all.

As I was as normal or as freak as any, I didn’t even have to fit in!.

All I had to do was to accept my uniqueness, regardless of where and with whom I was.

Of course, without crossing the line, because being "authentic" sounded very nice, but it did not make you very popular...

I knew for sure that being you without masks used to reduce your circle of friendships instead of expanding it and that for the good of all and my own, I had to self-regulate so as not to create unnecessary chaos wherever I went.

Sometimes I remembered that phrase that my mother used to say and against which I always rebelled. It said like this:

"Make a good reputation and sleep soundly".

But, I did not want to be famous, but happy.

It also reminded me of the fact of how easy it was to create a "bad image".

When I was sixteen, my mother was asked if I was sick or taking drugs, just because I wore black, listened to "weird" music and was very skinny.

And back then, I didn’t even smoke tobacco. I was just sad and disgusted because everything seemed like shit.

When I left Instagram, I realized that I was doing exactly the same as those neighbors had done with me: Judge by appearance.

Without realizing it, I had wasted my time criticizing people I did not know at all, and I felt a sense of shame because of that!.

After all, people had as much right to put on masks as I did to take them off. Let everyone do as they please, what did I care!.

Wanting others to act differently from how they did it was the same as trying to convince them of going out naked, just because I wanted to become a nudist.

For a few moments I tried to put myself in the shoes of those who seemed to sell themselves as a product.

Having to deal with being nothing but an empty "Kinder" egg when no one saw them, should be tough.

Not to mention the great waste of time and energy they wasted to search the perfect image to post or much worse, to maintain a status or  a perfect image beyond the networks. 

Everything to feed their number of followers, both on and off the screen.

To me, that was a useless sacrifice. What slavery!. How did they get so much free time?.

Thinking about the aforementioned made me realize how bad I "sold" myself. Extremes are never good!.

And how polarized I was!.... because, without pretending, I kept criticizing.

I could clearly see how strong my tendency to self-absorption was, and how much it made me forget the outside world and everyone around me.

In my case, I had no fans to disappoint, but I did have loved ones to whom I did not pay due attention for being immersed in my world.

But the worst thing was not to let them down, but all the times I let myself down, which happened every time my selfishness took over and complaints fell on me.

I also realized that not only did I wasted my time comparing myself to others, but also discriminating against them as superficial, and I consider myself tolerant!.

Why else would I regret that most people weren’t interested in passing beyond  appeareances?

Asking myself that question helped me to see that much of my discomfort in recent times had been due to my defiant efforts in order for others to be interested in what my "white-label" egg contained. As if it was precious!, as if it had to be of anyone´s interest!

That attitude only said one thing about me: I was too pretentious.

And I didn’t see much difference between being that and proud, vain or smug!

The fact that I were not looking for differenciating myself from the others did not prevent myself from somehow, feeling superior everytime compared myself to them. Realizing about that shocked me!

Was my self-esteem so bad that I had to criticize others to love me more? That was regrettable!

In the end, the only thing that was certain was that we were all lost, both online and offline, and that here we all had the right of being and acting to cover our needs and become as happy as we could be. Who was I to say what to do and what not? 

Each to their own...

While some seemed to find satisfaction in showing a fictitious life that followed the canons of success that society marked, others felt rejection towards that empty world of appearances. 

The former, seeked validation in the outside world and the later valued their personal world of fiction, usually in excess, for being that the only place where they felt really valid.

But in both cases, all of them sinned about the same things: a false belief of separation, a lack of balance and the need for approval.

All of us who stood at one end lost sight of the objective (living!) while running away from the same reality in ruins that we all shared, but none of us accepted as it was.

Thus, I realized about my rejection towards the networks and how much I had started to overuse them!

I had gone from using facebook just to share photos, most partying with friends, being up to date on events and accompanying the morning coffees, to "keep" two accounts and Instagram. It was too much!.

My indecision had nothing to do with sharing my work because I was already doing it. It had to do with the means I had no choice but to use to carry it out and, in particular, with my level of competence for it.

It was lack of self-confidence, not indecision. 

What happened was that I hated seeing myself completely lost in such a huge ocean of information and images where I did not know what to do.

It was not the lack of knowledge that bothered me the most but the investment of time, which I could use to do other more pleasurable things.

Bearing in mind the aforementioned, I could understand the way I felt. I was facing something completely new to me!

Thus, I came to the conclusion that I did not have reasons to feel undecise or to untrust my discernment as I had no decisions to make except for one: stay or go....

And I already knew the answer to it.

JOSTRONAMER - Corrupted

How to overcome lack of confidence.