Gloria Ram

 

146. EL OBSERVADOR / 

THE OBSERVER

(parte 2/2 /part 2/2)

"Te estaré vigilando / 

I will be watching you"

Fecha / date:  5/05/22

Explicación / Explanation:

Ya llevaba unos cuantos días de lo más revuelta.

Era como si mis demonios se hubiesen enterado de intentaba liberarme de ellos, y estuviesen todos atacándome.

Parecían haberse puesto de acuerdo para dejarme muy claro que todavía tenían mucho que decir (Dibujo 145 "Ama tu viaje" /2022 diario). 

Durante aquellos días, me tocó lidiar con personas muy queridas especialistas en "donde dije digo digo Diego", mentiras que tienen las patas cortas, y sentimientos de celos, rabia y desvalorización.

Fui sorteando una prueba tras otra lo mejor que pude, sustituyendo mis ganas de reaccionar, con dar media vuelta y guardar silencio, ¡con todo el esfuerzo que eso conlleva!

Para colmo, de repente se produjo el retorno de gente del pasado, tanto en persona como a través de las redes.

Reconozco que, en un primer momento, pensé en pasar de ellos sin más, pero como ya tenía el Facebook lleno de extraños, me dije: 

-Unos cuantos más, ¡qué más da! 

Y al final, permití la entrada a "aquellos fantasmas del pasado", aunque no tuviese ganas de ampliar mi colección de espectros.

Para fantasma extraña ya me tenía a mí, !que llevaba varios días sintiéndome como si el traje de mi cuerpo se me hubiese quedado pequeño! 

Me sentía incómoda en mi piel, y fuera de lugar, en compañía de los demás, ¡y hasta en la mía propia! 

Parecía que me hallaba de nuevo en la edad del pavo, con todo lo que eso conlleva. Inseguridades, complejos, cambios repentinos de humor...

Para colmo, el reencuentro con una amiga de la infancia, despertó en mi recuerdos pocos gratos de aquella época.

!Tan simpática, tan maja, tan cariñosa como siempre!, y allí estaba yo, frente a ella, preguntándome cómo era posible que presumiera de lo íntimas y buenas amigas que habíamos sido de pequeñas.

En parte no mentía, hasta los nueve años, quizá lo habíamos sido... Pero, en cualquier caso, eso era lo de menos.

A mí lo que me entristecía era que me hubiese gustado poder decir lo mismo. Para mí, su recuerdo estaba unido a dos palabras:

Traición y mentiras.

Fue al percatarme de ello que caí en la cuenta de que no estaba viendo una mujer de mi edad, sino a una niña pequeña que ya no existía.

Así que decidí quitarme de encima la imagen que tenía de ella, y hasta me alegré cuando me propuso cenar juntas algún día. No sólo acepté la propuesta de buena gana, sino que ofrecí mi casa para juntarnos allí con otra amiga en común.

-!Todo sea por los nuevos tiempos!-pensé.

Cuando aquel mismo día uno de mis hijos se quejó de no tener amigos en el pueblo, me sentía tan a flor de piel, que me dio la impresión que no era él, sino mi  adolescente la que hablaba conmigo. 

-Por supuesto que los tienes. Los amigos están aquí, y en todas partes. Lo único que pasa es que todavía tenéis que encontraros- le contesté para darle ánimos.

Y al hacerlo, me di cuenta de que mi pena por no conservar amistades de la infancia, no era nada comparada con la alegría que me habían proporcionado, y me proporcionaban en el presente tantas amistades, aunque a la mayoría no las hubiese hallado en mi pueblo precisamente...

Y precisamente, la mañana de aquel 27 de abril, había quedado con unas de las pocas personas de mi pueblo a las que consideraba gente de confianza. 

No me desperté con mucho ánimo que digamos. De hecho, lo primero que hice al levantarme fue lamentarme por haber quedado a tomar café con ellas, porque no me apetecía ver a nadie. 

Aún así, no hice cambio de planes. Al fin y al cabo, era yo quién había propuesto desayunar juntas después de un montón de meses sin vernos.

Cuando después de dejar a los niños en la escuela, llegué a la cafetería donde habíamos quedado, mis dos amigas estaban sentadas a la mesa con otras dos mujeres que no había visto en mi vida.

No hizo falta mucho tiempo para darme cuenta de que se conocían del culto en la que todas ellas se reunían los domingos. 

Nada más sentarme, no pude evitar fijarme más en una que en otra.

Tendría unos sesenta años largos y sin embargo, lucía una piel preciosa. Me pareció guapísima.

Con sus gafitas, tan mona, tan agradable, vestida en colores pastel que la favorecían, con la sonrisa puesta todo el rato... Y sin embargo, había algo en ella que me repelía, y que no podía explicar.

Fue comenzar a oírle hablar, que supe que, efectivamente, no estábamos en la misma onda.

-Demasiado beata...Otra de esas de "A Dios rogando, y con el mazo dando"-me dije mientras la mujer no paraba de hablar. 

Me extrañó estar criticándola de esa manera, ya que a mis amigas ya las conocí siendo evangelistas, y eso nunca fue un problema ( Las creencias religiosas de las demás personas me importan una mierda, siempre y cuando no traten de imponérmelas).

La cuestión es que me sorprendí teniendo que hacer esfuerzos por permanecer sentada al lado de aquella desconocida.

Notaba como mi cuerpo no cesaba de desviarse, alejándose cada vez más de ella, y con tendencia a encogerse todo el tiempo. De hecho, tuve que ajustarlo en la silla varias veces.

Cuando la otra desconocida se marchó, y la mujer de la que hablo cambió de sitio sentándose frente a mí, mi sensación de incomodidad se acentuó.

Las conversaciones que mantenían mis amigas y ella me parecieron tan tediosas, que ni recuerdo de qué hablaban exactamente.

Lo único que sé es que ni me interesaban los temas, ni estaba de acuerdo en nada de lo que se decía. Pero, como tampoco tenía ganas de defender ninguna postura de las mías, opté por quedarme en silencio, por aquello que dicen de que "en boca cerrada, no entran moscas".

Otra cosa muy distinta es que asintiese con la cabeza para mostrar acuerdo o que no se me notase en la cara que pensaba de modo diferente. Mis silencios, a veces, hacen tanto ruido, que hasta siento que me salen subtítulos. No puedo evitarlo.

Y por ese motivo, al final opté por el escapismo...

Andaría yo en mi mundo perdida, en Neptuno !por lo menos! ( Dibujo 135 "El poder de la imaginación"/2022 diario), perdiéndome lo que tenía pintas de ser el café más largo e incómodo de mi vida, cuando de repente me desperté como si me hubiesen arrojado un jarro de agua fría:

-!Mírame cuando te hablo!-me gritó aquella extraña cuyo nombre no recuerdo, y de modo tan agresivo, que del susto que me dio, di un salto de la silla. Sentí como si me estuviese chillando el mismo diablo.

¡A saber qué cara le pondría, que bajó los decibelios en seguida!

-Es que me gusta que me miren a los ojos cuando hablo- me recriminó, como si yo hubiese nacido para satisfacer sus deseos.

-!Y tú tienes unos ojos preciosos!...-continuó diciéndome, de manera muy suave, !como si hubiese recibido una amenaza mía telepáticamente donde le advertía que más le valía tratarme con guantes de seda!

Y sin embargo, me sentí tan diminuta que deseé que se me tragase la tierra... 

En esos momentos me sentí como la niña pequeña que se lleva una regañina y se queda muda porque no sabe que ha hecho mal.

-¡Que suerte la mía que, para un día que me da por quedar con gente, me presentan a la niña del exorcista!- me dije tras ver como lo poco que le había costado a aquel angelito transformarse en una bestia.

La verdad es que me quedé perpleja. 

Me habían acusado de muchas cosas en mi vida, pero jamás de no mirar a la cara de alguien cuando me habla. De hecho, soy de las que se quitan las gafas de sol en cuanto me tropiezo con alguien en la calle, porque me gusta mirar a los ojos y me siento incómoda cuando no muestro los míos.

-Pues ni me he dado cuenta-fue lo único que contesté, con toda la tranquilidad del mundo, mirándola fijamente. Eso sí, sin dejar de jugar con la cucharilla y el poso del café, lo cual, supongo, le puso más nerviosa.

Al final, reconoció que se había pasado, intentó justificar su salida de tono diciendo que a veces le fallaban las formas, cambió de tema, y en apenas tres minutos ya estaba diciendo que llegaba tarde a no sé que sitio, levantándose de la mesa y saliendo por la puerta.

Ya que estaba, decidí quedarme un rato más charlando con mis amigas, ¡ya por fin  de nuestras cosas!, y por supuesto, de lo sucedido, ninguna de las tres dijo ni media palabra.

Fue una vez montada en el coche, de camino a casa, que me paré un momento a digerir lo ocurrido, pero centrándome en cómo me sentía. 

Cansada, confusa, frágil, pequeñita, insegura... 

-¡Menos aleluyas, ovejita!...¿Para qué me habré topado con esta, precisamente hoy?, ¡si lo único que deseaba era charlar tranquilamente un ratito con mis amigas! -rugió mi parte reactiva que quería castigarme porque se había quedado con ganas de soltar a mi fiera.

Le corté de inmediato.

-Ni por qués ni para qués,!déjalo estar! Este desencuentro sólo ha servido de una cosa: para observar, para observarme a ti - le contesté.

Y entonces me vi... 

Desviando la mirada sin cesar, con la cabeza gacha, reajustando mi postura corporal que tendía a encorvarse todo el rato, tan incómoda que ya no sabía ni como sentarme... !Ni que me estuviesen clavando un clavo ardiendo en el culo!

Que tenía la moral por los suelos, lo sabía desde hacía días. Pero, ¿no indicaba mi comportamiento también una gran falta de amor hacia mí misma? 

¡De qué si no iba a sentirme tan pequeña frente a una persona que, según mi punto de vista, lo único que hacía era creer tener la razón en todo, criticar conductas diferentes a las suyas y darse aires de grandeza!

Comprendí que aquella ovejita medio esquilada, por lo rápido que se quitaba el disfraz, sólo tenía como misión recordarme una cosa:

Lo difícil que resulta liberarse de prejuicios cuando tienes delante a alguien que te saca de tus casillas. 

Pensar en ello me ayudó a reconciliarme con lo ocurrido:

-!Pobre mujer!, !se ha sentido fatal! Debe estar acostumbrada a que le den la razón, y ha topado contigo, que encima hoy estás en plan "te metes tus opiniones por donde te quepan"-me dije. 

Una vez me hube revisado a fondo, se me quitaron las ganas de quejarme. 

Mi capacidad para transformarme en ogro no tenía nada que envidiar a la suya. También criticaba y creía tener la razón, aunque no la fuese predicando por ahí, ¿o puede que sí lo hiciera? 

Aquel suceso me permitió darme cuenta de dos cosas:

De que no porque estuviese atravesando una mala racha, tenía excusa para no tomarme las cosas con humor. 

Y de que el hecho de sentirme en minoría, no significaba que no pudiese estar a gusto en mi piel las 24 hrs del día, independientemente de con quién me tocase compartir mesa.

Cuando acabé este dibujo, había escrito acerca de tanto acerca de tantas cosas que había observado en mí, que más que un diario parecía una novela, y no de las buenas.

Releer aquel capítulo interminable, que contenía lo sentido y vivido en las últimas semanas, me ayudó a observar lo apegada que estaba a todo aquello de lo que deseaba desprenderme:

Desde mierdas familiares, las heridas que más escuecen, a mi tendencia a ser hipercrítica.

Me di cuenta de que la pelirroja rencorosa y adicta al drama continuaba llevando la batuta (Dibujo 145. "Ama tu viaje"/2022 diario). 

Comprendí que, para poder lucir algún día el pelo de color verde, antes tenía que decolorarlo, aún a riesgo de quedarme calva. 

Eran demasiadas las caretas de las que tenía deshacerme.

-Te estaré vigilando-me dije, y no sonó como una advertencia, sino como lo que era, una amenaza.

Explanation:

During the last days, I had been feeling very uneasy.

It was as if my demons had learned that I was going to be released from them, and had prepared to fight back.

They seemed to have agreed to make it very clear to me that they still had a lot to say (Drawing 145 "Love your trip" /2022 journal). 

During those days, I had to deal with very dear specialists in saying one thing and one minute later, the opposite, lies and feelings of jealously, anger and devaluation.

I coped with one test after another as best I could, replacing my desire to react with turning around and keeping silent, with all the effort that entails!

Besides, there was suddenly the return of people from the past, both in person and through networks.

I admit that, at first, I thought about just ignoring them, but since I already had Facebook full of strangers, I said to myself: 

-A few more, it doesn't matter! 

And in the end, I allowed entry to "those ghosts of the past", even if I didn't feel like expanding my collection of specters.

I already felt like a strange ghost! For several days I had been feeling as if the suit of my body had become too small! 

I felt uncomfortable in my skin, and out of place, in the company of others, and even in my own!

I felt as if I was in my teens again, with all that that entails. Insecurities, complexes, sudden mood swings...

To make matters worse, the chance encounter with a childhood friend, awakened unpleasant memories in me.

She was as nice and affectionate as ever!, and there I was, in front of her, wondering how it was possible for her to boast of how close and good friends we had been in the past.

In part, she did not lie. We had been friends, indeed, but that was not the point.

What saddened me was that I wished I could have been said the same about us two. For me, his memory was linked to two words:

Betrayal and lies.

It was when I realized this that I realized that I was not seeing a woman my age, but a little girl who no longer existed.

That's why I decided to get rid of the image I had of her, and I got even happy when she proposed to have dinner together one day. Not only did I accept the proposal willingly, but I offered my house to join another mutual friend there.

-Everything is for the new times!-I thought.

When that same day one of my sons complained about not having friends in the village, I felt so emotional that I got the impression that it was not him, but my teenager who was talking to me.

-Of course you do. Friends are here, and everywhere. The only thing that happens is that you still have to find each other- I replied to encourage him.

And in doing so, I realized that my sorrow for not keeping childhood friendships was nothing compared to the joy I was given and had been given by so many friends throughout my life, although most of them did not live in my village precisely.

Precisely, on the morning of April 27, I had a meeting with two of the few people in my town I considered friends.

I didn't wake up with much encouragement that morning. First thing I felt was that I didn't feel like seeing anyone. 

Still, I didn't want to cancel it. After all, it had been me, who had proposed having breakfast together, after a lot of months without seeing each other.

When, after dropping the children off at school, I arrived at the cafeteria where we had to meet, my two friends were sitting at the table with two other women I had not seen in my life.

It didn't take long for me to realize that they knew each other from the cult in which they all met on Sundays. 

As soon as I sat down, I couldn't help but notice one more than the other.

She was in her late sixties and yet, she had such a beautiful skin. I thought she was really attractive.

With her glasses, so cute, so nice... She was dressed in pastel colors that favored her, with a smile on her face all the time... And yet, there was something about her that repelled me, and that I couldn't explain.

As soon as I started to hear about her opinions in general, I understood the reason. We were far from being on the same wavelength.

-Too pious for me! Another one of those who go around preaching -I said to myself while the woman kept talking, and I was surprised when I complained about that, since I already knew my friends as evangelists and that was never a problem for me (I don't give a damn about other people's religious beliefs, as long as they don't try to impose them on me).

The point is that I surprised myself by having to make an effort to remain seated next to that stranger.

I noticed how my body kept shifting, moving further and further away from her, and tending to shrink all the time. In fact, I had to adjust it in the chair several times.

When the other stranger left, and the woman I am talking about sat down opposite me, my feeling of discomfort increased.

The conversations between my friends and her seemed so tedious that I don't even remember what exactly they were talking about.

The only thing I know is that I was not interested in the topics, nor did I agree with anything that was said, and since I did not feel like defending any of my points of view, I chose to remain silent.

Another very different thing is that I nodded my head to show agreement or that my face did not show that I thought differently. Sometimes my silence makes so much noise, that I feel like I'm getting subtitles. I can't help it.

And for that reason, in the end I opted for escapism....

I was in my lost world, in Neptune at least! (Drawing 135 "The Power of Imagination"/2022 journal), missing what seemed to be the longest and most uncomfortable coffee of my life, when suddenly I woke up as if I had been thrown a jar of cold water:

-Look at me when I'm talking to you!-shouted that stranger whose name I can't remember, and so aggressively, that I jumped out of my chair from the shock of it. I felt as if the devil himself was screaming at me.

-It's just that I like to be looked in the eyes when I talk- she reproached me, as if I had been born to satisfy his desires.

I don't know what kind of face I would put on, she lowered the decibels at once!

-You have such pretty eyes...-she continued saying very softly, as if she had received a threat from me by telepathy warning her that she had better treated me nicely.

And yet, I felt so tiny that I wished the earth would swallow me up...

In those moments I felt like a little girl who gets a scolding and is speechless because she doesn't know what she has done wrong.

-How lucky I am! I am not seeing anyone, and the day I decide to have a coffee with some friends, I am introduced to The Exorcist´s girl- I said to myself after having seen how little took that little angel to transform into a beast.

The truth is that I was perplexed. 

I had been accused of many things in my life, but never of not looking at someone's face when they talk to me. In fact, I usually take off my sunglasses as soon as I bump into someone on the street, because I like to look into their eyes and I feel uncomfortable if I don't show mine.

-Well, I didn't even notice- was the only thing I answered. And I did it staring at her and calmly, while I continued playing with the spoon and the coffee grounds, which I think made her feel a little nervous.

In the end, she recognized that she had gone too far, tried to justify her outburst by saying that sometimes her manners failed her, changed the subject, and in barely three minutes she was already making an excuse to leave and coming out of the cafeteria´s door.

As for me, I decided to stay a little longer to chat with my friends. Of course, no one said a word about what had happened.

It was once I was in the car, on the way home, that I stopped for a moment to digest what had happened, but focusing on how I felt. 

Tired, confused, fragile, tiny, insecure? 

-Why did I run into this one today? All I wanted to do was have a quiet chat with my friends! -roared my reactive part that wanted to punish me because I had not released the reactive beast that inhabits within me. 

I cut her off immediately.

-No whys and wherefores, let it be! This disagreement has only served for one thing, and you know : to observe, to observe me, to observe you - I answered her.

And then I saw myself...

Looking away, with my head down, readjusting my body posture all the time... Feeling so uncomfortable that I didn't even know how to sit....As if I was sat on a bed of nails!

I felt down, I knew that, but didn't my behavior also indicate a great lack of love towards myself? 

Otherwise, how would I feel so small in front of a person who, according to my point of view, all she did was think she was right about everything, criticize other´s behaviors because they were different from her own, and have air of superiority!

I understood that that little half-sheared sheep, because of how quickly she took off her disguise, only had the mission of reminding me of one thing:

How difficult it is to free yourself from prejudices when you have someone in front of you who gets on your nerves.

Thinking about it helped me come to terms with what had happened:

-Poor woman, she probably felt terrible! She must be used to being right, and she has met you, just today, on one of those days in which your body speaks for you and can only say: Leave me alone and shut the fuck up!-I said to myself.

Once I had checked myself thoroughly, I no longer felt like complaining. 

My ability to transform myself into an ogre was nothing to envy hers. I also criticized and thought I was right, even if I didn't preach it, or did I, indeed?

That event made me realize two things:

That just because I was having a bad day, I had no excuse for not taking things with humour.

And that just because I felt I was in the minority, it didn't mean I couldn't feel right in my skin 24 hours a day, regardless of who I had to share a table with.

When I finished this drawing, I had written so much about so many things I had observed in myself, that more than a diary it seemed like a novel, and not a good one.

Rereading that endless chapter, which contained what I had felt and experienced in the last few weeks, helped me to see how attached I was to everything I wanted to let go of:

From family shit, to the hurts that sting the most, to my tendency to be hypercritical.

I realized that the spiteful, drama-addicted redhead was still the boss (Drawing 145. "Love your journey"/2022 journal). 

I realized that, in order to one day wear green hair, I had to bleach it first, even at the risk of going bald. 

There were too many masks to get rid of!

-I'll be watching you- I said to myself, and it didn't sound like a warning, but like what it was, a threat.

Every breathe you take ( way too creepy cover)

Meditación mindfulness- Obsérvate.

.