El hueco bajo su brazo izquierdo, en una especie de ala abriéndose.
La pequeña mancha marrón, en un parásito que intentaba colarse por el costado de la chica, y que enseguida trajo recuerdos de la larva blanca que me había pegado un latigazo tras aterrizar de mi viaje con el sapo (Dibujo "Bufo Alvarius"/Otros dibujos).
Y la mancha marrón alargada que acariciaba con la mano, pasó de ser una simple rama a convertirse en mi amiga inseparable, la serpiente.
Aquello lo interpreté como un recordatorio de la importancia de protegerme de toda influencia exterior, para lo cual, no sólo debía estar atenta para que ningún parásito se colase en mi mundo, sino domar mi parte reactiva, con gentileza y sin resistencia.
En cuanto a la mirada de la chica, centrada en el espacio dorado y no al frente, supe que me estaba hablando de la importancia de mantener la atención en la luz de mi presente, porque de esa manera, no podría devorarme la oscuridad, ni la mía propia ni la de afuera.
Todo aquello me sirvió para recordar que solamente si dejábamos el pasado atrás, lograríamos cesar de preocuparnos por el futuro...
Ya estaba bien de luchar tanto para mantener a salvo ninguna zona de confort, de alarmarse por lo que nos pudiera caer encima o de preocuparnos de lo que estuviese por venir porque...
¡El poder del ahora estaba aquí!
¡El presente era un milagro!
¿Para qué malgastar algo tan precioso en recapitulaciones absurdas, viejas penas o preocupaciones futuras?
Nos aferrábamos a un montón de creencias absurdas, creíamos ser muchas cosas, y a fin de cuentas todo lo que teníamos eran un puñado de momentos aleatorios, oportunidades y probabilidades.
-¡Pocas probabilidades hay de que te des una oportunidad, si no haces más que dibujar!...- me reproché en cuando me di cuenta de que por dedicarme a lo que más me place estaba postergando la finalización del dossier que me había propuesto terminar al día siguiente de exponer.
No era de extrañar...
La realización del dossier implicaba el esfuerzo de rebanarme los sesos para contar lo que hacía, con la esperanza de que alguien lo entendiese... Mientras que dibujar era elevar mi disfrute a la máxima potencia, ya que por ser mi modo de expresión más genuino, no necesitaba ni de mi comprensión ni de la de nadie...
Cuando me di cuenta de que que me estaba haciendo reproches por haber escogido hacer lo que más me apetecía, en lugar de lo que me había propuesto hacer, deduje que mi principal problema era que siempre me dejaba llevar por mis apetencias...
En ese momento me pregunté si el motivo de tanta postergación no sería que confundía la luz de mi presente con satisfacción inmediata...
-Pero, ¿tú que quieres?, ¿quedarte toda tu vida en tu cueva como haría una cobaya o probar a volar como lo haría un águila? -recuerdo que me pregunté mientras terminaba de dibujar las nubes.
La respuesta me la daría la cabecita del águila que apareció en la mancha dorada un rato después...
Y si bien aquello no me hizo cesar de dibujar, sí me sirvió para darme un ultimátum...
Me dije que una vez acabase este dibujo, me alejaría de los lápices de colores hasta que hubiese terminado el dossier por completo.
Hasta entonces, me divertiría al máximo, ¡y sin reproches!, ya que por encima del dossier estaba la necesidad de deshacerme de todo el estrés acumulado.
¿Qué mejor manera había de desestresarse que mirar hacia adentro y recordar la razón principal por la que todos estábamos aquí?
¡Estábamos aquí para encontrar nuestro verdadero yo y expresarlo en todo lo que hacemos!
Nada más, nada menos. Más fácil de decir que de hacer, teniendo en cuenta que el personaje cuyo papel desempeñamos siempre ofrece resistencia.
Al final, no importaba lo tontos que pareciésemos o lo difícil que les resultase a otros entendernos. Es más, a veces, ¡ni siquiera necesitábamos entendernos a nosotros mismos!...
El personaje cuyo papel desempeñamos estaba aquí para descubrir su esencia, no para justificarse, lucirse o ser adorado por los demás.
Personaje que, en mi caso, podría ser tan torpe como para confundir la luz del presente con momentos de diversión, ¡y un millón de cosas más! , pero que también haría algo bien....
Al menos, ya sabía que imitar no era lo mío. Más me valía dedicarme a usar mi imaginación y creatividad, y a aprender a ver las experiencias, simplemente como la herramienta más útil para despojarme de las capas del disfraz con el que decidí venir a explorarme por aquí.
¡Qué bien ser una soñadora y poder soñar con ser únicamente mi verdadera esencia el día en que todos mis personajes se desvanezcan!
¡Qué bonito saber que mi esencia siempre está ahí, intacta, vibrante y radiante, desde el principio, sin otra cosa que hacer que esparcir alegría en un estado de eterna metamorfosis!
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