81. EL CAMALEÓN/ THE CHAMELEON
"!Quema recuerdos! / Burn memories!"
Fecha / date: 14/12/20
Explicación:
Había eclipse total de sol, en sagitario. Me resultó curioso que ese día que el sol quedaba en sombra, buscase una runa vikinga al azar y diese precisamente con Kanu, también conocida como "la antorcha".
Pensé, una vez más, que el guionista de mi vida se drogaba y que debía divertirse a lo grande enviándome una señal tras otra.
Eran días de reflexión en los intentaba sacar balance de todo lo sucedido durante el año, descartando toda intención de confeccionar una lista de nuevos propósitos para el siguiente. Me sobraban temas pendientes...
De lo primero que me salió dibujar fue el hatillo del loco, semioculto en la penumbra, aunque su significado no me quedaba claro.
Por un lado, había leído que simbolizaba todo lo que necesitábamos para caminar por este mundo, lo cual traíamos de serie al nacer y por tanto, no debíamos buscar fuera, sino simplemente dejar emerger.
Y por otro, que podía representar nuestro apego a este mundo, especialmente a las cosas materiales y al pasado que tanto nos acababa pesando.
Es curioso, porque por una parte siempre había tenido la extraña sensación de que me faltaba algo...
Y por otra, aunque sentía que no le daba a las cosas materiales más importancia de la que tenían, bien era cierto que durante años, el tema económico se había convertido en mi talón de Aquiles, debido a la experiencia intermitente de temporadas en las que no disfrutaba de la estabilidad económica que me gustaría, como sucedía en el momento en que me encontraba.
En cualquier caso, dibujé aquel hatillo abandonado en la oscuridad para representar simplemente mis ganas de deshacerme de cargas, ya fuesen de naturaleza mental o material y para dejar de una vez por todas de hacerme la loca.
Debía comenzar a hacerme cargo de todas las responsabilidades que debía afrontar, sí o sí, durante el año nuevo que estaba a la vuelta de la esquina.
Muchos fueron los recuerdos que me vinieron a la mente mientras hacía este dibujo.
El primero, un cuento que se había inventado uno de mis hijos un par de años atrás, justo unos días antes de que acabase el curso que repetiría y yo pudiese comenzar a ocuparme del papeleo para cambiarlo de escuela.
La historia que narraba mi hijo, que entonces tenía siete años, trataba de un camaleón del que todos se burlaban porque ni quería ni sabia cambiar de color.
Me contó que aquel animal, por una parte, presumía de creerse diferente, pero por otra, también sufría enormemente porque sentía que todos lo consideraban un bicho raro. Y que sin embargo, decía preferir sentir rechazo a tener que disfrazarse para que lo quisieran por aparentar ser alguien que no era.
La historia daba un giro cuando una gran riada ponía en peligro la vida de todos los animales del bosque y él valientemente, ayudaba a todos, incluso a los que de él se burlaban.
Como la mayoría de cuentos, aquel también tenía un final feliz.
El de mi niño terminaba con el pequeño reptil solitario, poniéndose muy contento porque todos los animales se convertían en amigos y le dejaban participar en sus juegos.
Aquel relato, inevitablemente, traía consigo recuerdos tristes de una etapa muy dura, en la que hacía mucho tiempo que no pensaba.
Me refiero a los años que me pasé discutiendo con maestras de infantil y primaria y con el coordinador de "capacidades" del colegio.
Todos ellos, supuestos expertos en la detección de niños hiperactivos, se empeñaban en que aceptase ponerle al niño la etiqueta de TDAH para a cambio, proporcionarle las clases de apoyo que evidentemente llevaba años necesitando.
Recuerdo que en más de una ocasión, hasta llegué a decir que si mi hijo quería ser yonqui, ya lo decidiría él de mayor, pero que en ningún caso sería yo quién le facilitase alguna vez la dosis.
Estaban tan convencidos de que habría que medicarlo, que finalmente acepté llevarlo al neuropsiquiatra (pero de poco sirvió, puesto que para cuando nos dieron una cita y éste confirmó que no era hiperactivo, ya no tenía que confirmarles nada).
Las notas eran el problema, también la falta de atención. Pero, sobre todo, su carácter rebelde y desafiante.
En algunas cosas podía llegar a estar de acuerdo, pero ni entendía la insistencia de todos en que le cortarse el pelo (que a él le gustaba llevar largo) para evitar que se metieran con él, ni que considerasen un problema o una rareza que le preocupasen temas como la contaminación y el medio ambiente o su pasión por todo lo referente a dinosaurios y animales, especialmente marinos.
Y mucho menos, que vieran como un inconveniente que tuviese muy pocos amigos, todos de menor edad, o que no le gustase ni quisiera jugar al fútbol.
Que entrasen en comparaciones estúpidas, en lugar de ir al grano y tratar de averiguar el origen de su desmotivación y "mal comportamiento", me parecía un desvío inútil.
Fueron tiempos de discusiones con monitores del comedor escolar que volvían la vista para otro lado, de confusión, tests absurdos y datos de estadísticas con los que intentaron convencerme a toda costa de la existencia de una enfermedad, desde mi punto de vista, totalmente ficticia.
Para resumir, demasiadas quejas y ninguna solución. Días a la espera de que alguien tomase medidas, vómitos, episodios de sonambulismo, rechazo absoluto al colegio, mucha impotencia y lágrimas.
Situación que se agravó cuando el otro de mis hijos comenzó a tener problemas... Y entonces caí en la cuenta de que la loca no era yo, la madre que se negaba a darle anfetaminas a su criatura.
No recuerdo haberme sentido tan sola, jamás.
Sobre todo tras descubrir a unas cuantas madres, que calladas como putas, no se dignaron a contarme nada acerca del problema de bullying del que estaban al tanto.
Ninguna abrió la boca, hasta que se enteraron que había cortado por lo sano y cambiado a mis hijos de escuela.
Al final, como pasa casi siempre, el interesado es el último que se entera...Y lamentablemente, mi caso no fue una excepción.
Nunca entenderé cómo viéndome cada día en la puerta del colegio, jamás sacaron el tema. !Me hubiesen ahorrado un largo infierno de dudas y reuniones estúpidas!.
En aquel momento, no comprendí el por qué había surgido aquel recuerdo, y precisamente aquel día. ¿Qué sentido tenía?.
Desde luego acordarme de aquellos tiempos, ni era constructivo ni aportaba nada nuevo a mi vida.
Recordar haber sentido resentimiento por unas pocas madres, que apenas conocía, no me importaban y cuya mayor desgracia parecía ser la falta de empatía, no me llevaba a ningún lado.
Por eso, intuí que por ahí no iba la cosa. Sentí que debía centrarme en la historia de mi hijo. Realmente, ¿qué venía a contarme en ese momento?.
Así fue cómo decidí buscar información acerca del comportamiento de los camaleones y llegué a la conclusión de que había llegado el momento de tomarme un tiempo de reflexión, sin perder el foco en lo esencial.
Aquello incluía recordarme, tantas veces como fuera necesario, la inutilidad del reconocimiento ajeno.
Y es que lamentablemente, parecía que no podía evitar seguir esperando recibir la atención de los demás, aunque no supiera para qué.
Por aquellos días, ya me preguntaba qué beneficios traía consigo compartir mis dibujos y su historia en internet.
No parecía causar interés y de todas maneras, ¿de qué servía que dieran un like o siguieran mi página de Facebook si luego la inmensa mayoría parecía ignorar lo que subía?
Pero mucho peor que lo anterior, resultaba la búsqueda de grupos donde mostrar mis dibujos. !Eso sí era una odisea!.
Parecía no encajar en ninguno de ellos.
En los grupos de arte, no estaba a la altura y pasaba casi totalmente desapercibida. En los de otro tipo, tampoco es que tuviera mucha mejor acogida.
Aquello, me llevó de nuevo y sin pretenderlo, a verme dentro de un aula repleta de pupitres color verde claro, en el colegio del pueblo.
Pero, ya no como la madre que aguantó quejas y charlas acerca del TDH durante varios cursos, sino como la niña que estudiaba E.G.B. en los años ochenta.
Se trataba de un día en concreto, uno especial, por ser el último antes de las vacaciones de Navidad. Mañana en la que nunca hacíamos nada, aparte de jugar y recoger el ansiado boletín de notas.
Debía tener unos siete u ocho años de edad.
Aquel año, me alegré mucho porque la profesora decidió improvisar una fiesta en el aula para que todos los compañeros almorzásemos y celebrásemos juntos el final del primer trimestre escolar.
Para ello, se nos pidió a cada uno aportar nuestro bocadillo favorito, el cual ella partiría por la mitad y colocaría en una bandeja de plástico junto con el de todos los niños, para que cada uno escogiera los trozos que quisiera.
Yo, que en cuestión de gustos culinarios siempre fui bastante "exquisita", decidí llevar mi manjar estrella. !Nocilla con aceitunas sin hueso!.
Al fin y al cabo, era lo único que comía...
Aparte, claro está, de los sobres de caramelo líquido que extraía a escondidas de las cajitas de los polvos para hacer flanes caseros, el Calcio 20 y las ampollas de hierro diarias que mi madre me obligaba a tomar y a las yo que acompañaba con una gran cucharada de mermelada de melocotón.
Aquel recuerdo que llevaba almacenado tantos años sin que yo notase su presencia, me hizo ver en cuestión de segundos, la importante lección que tenía que recordar en aquel preciso instante.
!No porque a mí me gustase algo, le tenía que gustar a todo el mundo!.
Por experiencia sabía, que lo que a uno le encantaba, a otro podía causarle rechazo...
Como resultó ser el caso del bocadillo que con tanto amor preparé y llevé al colegio aquel día, haciendo caso omiso a los consejos de mi madre, que por todos medios intentó convencerme para que no le añadiese olivas.
!Cómo era posible que hubiese aprendido tan poco en tantos años!. !Casi cuarenta habían transcurrido y parecía seguir siendo la misma niña cabezota!. !Y eso que tenía claro que las mejores intenciones podían traer consecuencias poco gratas!.
Y las mías del momento, las de querer compartir (me) a través de lo que más amaba, no distaban mucho de aquel intento de satisfacer a otros con mi bocadillo favorito (que al final tuve que comerme yo, porque nadie más se atrevió a probarlo).
Como si andase metida en una máquina del tiempo, de ese recuerdo de la víspera de una Navidad pasé al de otras Navidades, un par años después.
Debía tener unos diez u once, no lo recuerdo bien.
Como cada año por esas fechas, solía diseñar tarjetas de Navidad que antes de Nochebuena regalaba a familiares y vecinos que vivían en mi calle.
Todas eran diferentes y siempre iban acompañadas de mis mejores deseos para esas fiestas y el año entrante... !Y a mí me entusiasmaba hacerlas!.
Durante días, me dedicaba a dibujar. Una vez listas, las repartía por debajo las puertas, la misma tarde y a toda prisa, para que nadie me viera.
Así durante varios años, hasta que a una prima dos años menor se le ocurrió la idea de hacer lo mismo.!Podía acordarme de su cara, como si no hubiese pasado el tiempo!.
Ahí estaba, frente a mí, con la tarjeta que yo le había regalado a su abuela en una mano y la que ella le había dibujado en la otra.!Y con un berrinche de narices porque decía que la suya era muy fea!.
Lo peor no fue eso, sino que su abuelita, en lugar de consolarla diciéndole que las dos eran bonitas o señalar que no tenía que compararse con nadie, se puso muy seria y delante de mí le regañó, alegando que ni debía plantearse hacer algo así, porque regalar tarjetas de Navidad eran tonterías de niña pequeña.
Y yo, !no entendía nada!. ¿Por qué alguien fingiría ponerse contento al recibir algo que no le gustaba?.
Pero, sobre todo me dolió descubrir que la sorpresa que con tanto cariño preparaba, ya no valía porque no tenía edad para esas cosas...
!Aquel recuerdo no me hizo reír!. Al contrario, supuso revivir lo que experimenté en aquel momento: desconcierto, confusión, desilusión y tristeza.
!Que no sería lo peor!. Lo más doloroso fue recordar la decisión que aquel día tomé: No volver a hacer ni regalar tarjetas de Navidad a nadie, nunca más...
Inmediatamente, supe que no era una casualidad que aquel recuerdo tan lejano, se me hubiese pasado por la cabeza.
Ni mi prima ni su abuela pretendían hacerme daño. Sólo estuvieron ahí para ponerme a prueba.Y yo suspendí.
Fui yo quién se castigó por haber creído que con mi acción había causado malestar. Fue yo quién se dejó llevar por un comentario desafortunado y renunció a llevar a cabo aquello que tanta ilusión me hacía.
Mi niña de once quería recordarme que peor que ofrecer algo y obtener rechazo, era reprimirse las ganas de darlo.
Mientras me asaltaban aquellos recuerdos de mi niñez, pude darme cuenta de lo horrible que me estaba quedando este dibujo. !De los más feos que recordaba haber hecho durante el 2020!.
!No tenía arreglo!. Sobre todo pensé en ello, tras sorprenderme trazando una figura extraña, que pinté en rojo y negro y que nada más ver, me recordó a la careta del asesino de la película de Scream.
Entonces me pregunté si no estaría aquel dibujo pidiéndome a gritos que me dejara de viajes al pasado.
La sorpresa llegaría un instante después, cuando al volver a observar aquella forma, ya no pude ver la máscara de un asesino en serie, sino una vagina.
Fue así que recordé otra anécdota, mucho más alegre que las anteriores y con la que en su día me reí a carcajadas.
Me vino a la memoria la vez en la que le pregunté a mi hijo pequeño cuál era su animal salvaje favorito y él contestó: "Una vagina".
!Tú si que sabes, chaval!- recuerdo que le solté, muerta de risa, mientras él continuó jugando con sus animalitos de plástico en el suelo y yo fregando los cacharros.
Si pudiera retroceder en el tiempo, aprovecharía la oportunidad para preguntarle el por qué "una vagina", pero entonces no se me ocurrió. Una pena, porque no debía tener más de cinco años. Siempre me quedaré con la duda....
En cualquier caso, aquella respuesta tan inocente y a la vez tan sabia, me recordó a mi dibujo nº 19, "La Fuente de la Creación", y entonces me pregunté:
¿Es que no te das cuenta de todas las tonterías que te rondan por la cabeza?. ¿Se puede saber qué coño estás creando?. Pero tú, ¿qué quieres?...
Fue así que miré a través de la ventana y vi que fuera hacía un día estupendo.
Nada me impedía levántate de la silla y regalarme un paseo. Tampoco darme un descanso de ordenador y de internet por unos días, cocinarme algo rico, bailar, hacer ejercicio e intentar pensar menos.
Cuando unas horas más tarde volví a ponerme con este dibujo, los recuerdos que asaltaron mi mente eran bien diferentes. Eran recuerdos que me nutrían.
De ellos surgieron el fondo azul, las setas, un par de manchas de color púrpura y otra amarilla, que en seguida me recordó las alas de una mariposa, la cual parecía estar dándose a la fuga de aquel dibujo "tan feo".
Al terminarlo seguía sin gustarme el resultado, pero pensé:
¿Y eso, a quién le importa?.¿Y lo que me he divertido, no cuenta?
Este dibujo, al igual que todo los que has hecho hasta ahora y todo lo que hagas o dejes de hacer en la vida, no es para brillar ante nadie sino para brillar por y para ti, en exclusiva.
Y entonces recordé las palabras del Abuelo, el día de la ceremonia del San Pedro (Dibujo 3 "El Abuelo").
Sentí que al fin podía comprender el verdadero significado de su mandato.
Lo de "brillar" no significaba salir de mi escondite. Tampoco, exponerme. Y mucho menos, la necesidad de buscar a otros que me vieran o quisieran verme.
Brillar consistía en recordar mi verdadera esencia y aprender a sentirme y comportarme como lo que era, un sol.
¿Y qué me pasaba a mí?. Pues que todavía andaba confundida y me comportaba como si fuese una luna.
!No era de extrañar!, tras tantos años de vida actuando como un satélite en busca de soles que me reconocieran para sentirme valiosa, !lo cual parecía seguir haciendo por costumbre y sin darme cuenta!.
Comprendí entonces que la luz en mi vida, la ponía yo.!Y que había que currársela!.
Era responsabilidad mía aprender a celebrar todo lo que aconteciera en mi vida, tal y como me mostró en su día que podía hacer, La Ayahuasca (Dibujo 5 "La Experiencia").
!Nada ni nadie me lo impedía!.
La Abuelita me había mostrado lo capaz que era de reírme hasta dejándome "morir".
Que podía enfrentar el dolor, la tristeza, mi oscuridad y hasta la putrefacción con alegría.
Que podía cantar sin coro infinidad de canciones inventadas y bailar sola, al son que yo decidiera y sin más música que la mía.
Recordé lo que supuso experimentar la abundancia absoluta, reconocerla en mí y comprender que cualquier idea de carencia, eran imaginaciones mías.!Tenía tanto para compartir, que no podía quejarme ni reclamar nada!.
¿Cómo iba a necesitar de otros para sentirme "brillante"?.
En cuanto al resultado del balance del año, no me exigía nada más que lograr hallar un equilibrio entre el deber y el placer.
Y por supuesto, seguir reconociendo y liberando todo aquello que me deprimiera, como la creencia estúpida de que lo que hacía era inútil si nadie lo veía.
Hoy que escribo esto, me percato que hay escapadas al pasado que dan buen resultado, siempre que se utilicen para observar ciertos momentos que nos creamos y necesitamos quemar. !Y lo hagamos!.
Con el paso de los meses, también me he ido dado cuenta de que la antorcha a la que se refería la runa vikinga Kanu, nada tenía que ver con lograr ver la luz al final del túnel como creía, sino más bien con recordar y comprender que era yo quien debía almacenar y alimentar mi fuego interno.
Explanation:
There was a total solar eclypse in saggitarius.
I got astonished when I looked for a viking rune at random and Kanu appeared, whose symbol was a torch.
It truly seemed to be the most appropiate one for a day like that on which the moon was blocking the light of the sun.
I thought, once more, that the scriptwriter of my life was on drugs and should be have a lot of fun sending me one signal after another.
There were days of reflection. I tried to look back on the year that was drawing to a close. This time, I did not support the idea of racking up a list of future achievements at all, as I still had many goals to fulfill.
The Fool´s knapsack was one of the first things that apperared when I started drawing this picture, although I did not quite understand its true meaning.
On the one hand, I had read that such a bag meant all we needed to have in our life journey, which had been given to us when we were born.
On the other, I had also heard that it could also represent our attachmment to this world, especially regarding material things and the burden of the past.
Curiously, I had always got the strange feeling that I missed something I should have and I did not, on one side...
But I also felt that despite the fact I believed that I did not give material stuff more value than necessary, economic issues seemed to be my "Achilles´heel", at intermittent periods of my life.
Times on which, for one reason or another, I did not enjoy the economic stability I wished, as it was the case of the period of my life I was at that precise moment.
Any way, the Fool´s knapsack that I had abandoned in the dark just meant my desire to get rid of loads, whether they were mental or material and stop, once and for all, behaving like a fool to start taking responsibility for all the matters I had to face in the coming year, the sooner the better.
Many memories returned while I was making this picture.
Being the first one, a tale that one of my sons had made up a long time ago, just a couple of days before I could start dealing with the necessary paperwork to change him from school.
My kid´s tale told the story of a chameleon that was bullied by the others, just because he was different. He did not know or want to change colour.
That little creature, who was proud of believing himself unique, on the one side, also suffered a lot because he felt everybody considered him to be a weirdo.
Despite everything, he preferred feeling rejected to disguising himself in order to pretend to be someone he was not.
The story made a complete turnaround when a catastrophic flood put all the animal´s life in danger and he revealed his true colours, doing his best to help everybody in the forest, without discrimination and without expecting anything in return.
As in most of fairy tales, this one also had a happy ending.
At the end, the lonely little reptile ended up feeling very happy because the rest of animals became his friends and let him participate in their games.
Inevitably, that short story unveiled bleak memories, which I considered fogotten.
I am referring to the school years that I spent having arguments with Preschool and Primary level teachers and a school´s training coordinator.
All of them were supposedly experts in the diagnosis of hyperactive kids, that assured that my kid had ADHD and should be under medication.
I just wanted them to provide my kid with the schooling support lessons he urgently needed, but they just talked about statistics, tests and pills to tame kids.
They insisted so much on me labelling my son and I got so fed up with it that I even remember myself saying to them:
No way! It is my son who will decide whether or not he wants to be a junkie in a future, but it will not be me who provides him with the dosis!.
Marks and lack of attention were a concern. However, the worst of all was his rebellious and defiant character.
However, instead of looking at him as a challenging mission, everybody seemed to consider him as a hopeless case.
I could even agree about some issues but I disagreed with most of them.
I did not understand everybody´s insistence on him having his hair cut "to fit in" ( he loved his long hair!).
I did not see the problem on him being concerned about pollution and environmental issues or being passionate about dinosaurs and animals, especially marine.
But much less, that they saw as a disadvantage that the kid had very few friends and all of them, younger than him, or the fact that he did not want to play soccer because he did not like it at all.
Comparisons were odious and unnecessary to me.
The only thing I wanted was to go straight to the point and find out the causes of my kid´s demotivation and "bad behaviour",so that something could be improved.
Those were very difficult and hard times filled with arguments with the lunchroom personnel at school that never saw nothing, talks that led me nowhere and useless tests with which they tried to convince me of the existence of an widespread mental illness that I had never believed at all.
To cut the long story short, too many complaints and no solutions, endless days waiting for someone to take measurements, vomits, sleepwalking episodes, school refusal, impotence and tears.
A situation that was aggraviated when my other son started to have problems as well... It was then when I realized that there was something fishy.
I was not the rebel mum to be blamed for her being against her kid taking in amphetamines.
I do not remember feeling so lonely.
Above all, after getting to know about some mothers that for a long time, had been aware of the bullying problem that nobody spoke about. Sadly, they did not tell me about it until they knew that I had decided to change my sons from school.
In the end, as is almost always the case, the person concerned was the last to know.
I will not ever understand why those women, who saw me every day at school, never said a word. If they would have done so, I had not wasted so much time and energy! They could have saved me a lot of pain!.
At the moment I thought about the aforementioned, I wondered what the hell I was doing thinking of such sad events. I did not understand it! What was the point of it?.
Those unhappy circumstances were over. Needless to say that thinking of them was neither constructive nor productive.
The memories of old resentments towards a few women who had the misfortune to lack empathy, was completely unnecessary.
That was why I guessed that I should focus on my kid´s tale to extract the true message.
That was how I seeked information about chameleon behaviour and I came to the conclusion that it was high time for me to take a break to reflect, keep my focus on the essential and bear in mind the futility of recognition.
Unfortunately, I still felt that I wanted to get people`s attention, even though I did not knew what I wanted it for.
Those days, I already asked myself about the benefits to posting my art on line.
My drawings did not seem to awake much interest. Much less, my words. And, anyway, what was the point of people giving a like to my FB page if most of them ignored my posts afterwards?
But, undoubtedly, the worst of all was the search for groups where I could share my work. I just did not fit into any!.
Concerning art groups, my drawings went almost totally unnoticed. In other types of groups, I did not get the best response either.
Suddenly, while thinking of the aforementioned, I saw myself again in a classroom full of green desks, but not as the mum that had endured talks about ADHD for years, but as the pupil I was in the eighties.
I recalled memories of a day in particular, the one of a winter morning which was the last one of the first trimester. A good one, because there were no lessons and we just played and got our school records.
I should be eight or nine years old. That year the teacher decided to celebrate a party in the classroom in order for all the classmates had lunch together to give the welcome to Christmas holidays.
For the occasion, all the children were requested to bring their favourite sandwich, which the teacher would cut in half and place on a plastic tray in order to share.
I made a "Nocilla" (a hazelnut and chocolate spread) with pitted olives sandwich because there was no better delicacy to me!.
In fact, when I was a kid I did not want to eat anything else apart from that and the sugar syrup liquid sachets that I removed from the boxes that contained the powders to make homemade "flanes" ( a sort of dessert).
As far as I remember my diet mainly consisted on the aformentioned and the calcium medicine and the dose of iron I was forced to take in everyday, which I had with a tablespoon of peach jam.
That memory from my childhood led me to understand what I really needed to remember a that point in time. It was an undeniable fact: Not everyone had to find what I loved to their liking.
I already knew from experience that what one loved could cause rejection to others.... As it was the case of the sandwich I made lovingly, ignoring my mother´s advice about not adding olives.
Almost forty years had passed since then and I kept on being the same stubborn girl!. And it was not due to the fact that I did not know that even the best of intentions could cause adverse effects.
The situation made me challenging myself on my intentions.
I realized that my wish to share what I was through my blog, was practically as useless as my childish intention to make others content by means of sharing with them my favourite dish.
Then, another memory from childhood crossed my mind. Again, a winter day and at Christmas time, but one or two years later. I should be eleven or so.
During years, I enjoyed designing Christmas cards that I pushed through the door of some neighbours and close relatives that lived on my street.
I made sure that all of them were different and I always added my best wishes for Christmas and the coming year. Creating them was what I enjoyed the most!.
I used to draw during days and afterwards, I distributed all of them on the same afternoon and in a hurry, to avoid been seen.
I loved doing so until the moment a cousin of mine, who I used to play with, wanted to do the same and got upset.
I could remember her, holding the card I had given to her granny and the one she had created herself, throwing the temper tantrum of the century because according to her, mine was prettier than hers.
But the worst happened a few moments later, when her granny tried to comfort her.
She could have been told her granddaughter that hers was beautiful as mine or about the futility of comparing herself to anyone. However, as far as I could remember, her granny just told her off and pointed out that making Christmas cards was bullshit.
That old memory did not make me laugh!. For a moment I returned to that living room and I relived the feelings that caused me: confussion, bewilderement, disillusion and sadness.
I did not understand anything at all!. What I prepared with so much affection was not worth it. That something that I created joyfully was creating conflict. I felt so stupid!
But that was nothing compared to what I felt when I remembered that from then on, I did not give anybody more Christmas cards anymore.
That was how I realized that I had not brought such an old memory to my mind by chance but because of the fact that I needed to remember that nobody could hurt me more than I could hurt myself.
I had already done it at the age of eleven!. It was me that made choice to stop doing something that I really loved, just because I felt judged by a disgraceful comment.
The lesson to remember was as follows: Worse than doing something that may not be appreciated by others, was holding back the urge to do it.
While old memories assaulted my mind, I was creating this drawing. From my point of view, one of the ugliest I had carried out along the year!. And when I realized, I was already judging it!.
However, I decided to keep on drawing so as to find out what it would show me later on.
Things got worse when I found myself drawing a shape in red and black that reminded me of Scream killer´s mask. Then, I wondered if my picture was crying aloud to me to stop recalling old memories.
But the surprise came when I looked at the red and black shape again and I did not find an assasin but a vagina, which made me laugh again!.
That time, I thought about my little son when he was smaller and the moment I asked him about his favourite savage animal. A vagina- he said.
-What a clever boy you are!- I remember saying to him while he continued playing with his plastic animal toys and I went on washing the dishes.
If I could rewind time, I would ask him about his answer but I did not do it. He was not more than five years!.
Anyway, such an innocent but wise answer led me to think of my picture nº 19, "The Source of Creation" and ask myself what the fuck I was creating.
Did I know what I really wanted?. I did not have a clue!.
So I said to myself: Why do not you create yourself a good day? Is there anything better than you can do for you, today?. Honour your savage essence and enjoy yourself!.
That is how I realized that I could choose to have a great day!.
There was nothing that stopped me from walking up and going for a stroll in the countryside. I could also cook myself something tasty, have a break from the internet and the computer, dance or do some exercise and even try to think less...
When a few hours later I continued with this drawing, the memories that assaulted me were the ones that kept me sane.
Many memories came forth about blue skies and magic mushrooms, which gave birth to the blue background, the two purple shapes and the yellow one that immediately reminded me of a pair of insect wings.
It looked at if a butterfly had emerged to help me escape from such an ugly scenery.
When I finished it, I did not still like this drawing but I thought that I did not care about that.
At the end of the day, all my drawings, the same as everything I would create or not during my life journey were not mean to be done to shine before others but to shine for me, exclusively.
Then, I got happy when I felt that I really could understand the real meaning of the command given to me by The Grandfather during wachuma ceremony ( Drawing 3 "The Grandfather").
He asked me to shine!. But, to shine did not mean that I had to lure myself out of my cover, expose myself or be seen by others.
Shining just consisted on me being able to remember my true essence in order to feel and behave like what I was, a sun, nothing more, nothing less.
What happened to me that I did not manage to do it?-I wondered.
Then I realized that I could not do it because I felt confussed. A part of me still believed that I was a moon!, which was not surprising, bearing in mind all the years I had spent acting like a satellite in search for suns to get recognition and validation. I continued to do so, just because I was used to it!.
I understood that my light was mine. And mine was the responsibility of keeping it alive. I could not ask anyone to give it to me!.
According to Ayahuasca, to celebrate life was everything I had to do.Why did not I do it? (Drawing 5 "The Experience"). It was up to me!.
That sacred plant showed me the pure joy I was and how capable I was of celebrating life in all its meaning.
I could remember myself laughing while "dying", while facing darkness, sorrow, sadness and putrefaction.
I could see me again singing without a chorus, dancing with myself and without any external music. Why? Because I could experienced how abundant I was. Because I knew that everything was in me and because of it, I had more than plenty to spare and I could not regret anything!.
Those beautiful memories highlighted the deceit of the sense of lack, which did not exist when I was aware of my true essence.
I understood that I could feel brilliant if I shined to myself.
As for the report of the year, it was demanding nothing more than to find balance between duties and pleasures. And of course, to keep on getting rid of anything that could let me down, like the stupid belief that what I did would be worthless if it was not seen.
Today I realize that there are trips to the past that give good results, as long as you use them to observe certain moments that you need to burn, and you do it!.
With the passing of the months, I have also realized that the torch the viking rune Kanu referred to, had nothing to do with me seeing the sunlight at the end of the tunnel but with me stocking and feeding my inner fire.
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Muse - feeling good
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