Gloria Ram

 73. EL GRAN PEZ / BIG FISH

 "!Escúpeme! / Spit me out!"

Fecha /date: 22/11/20

Explicación / Explanation:

Estaban siendo unos días de lo más intenso.

Los cambios que experimentaba por dentro también se reflejaban en el exterior y he de admitir que estaba maravillada con esa nueva forma de ser mía que cada día me sorprendía más.!Todo un descubrimiento!.

La incontrolable surrealidad exterior me afectaba como era natural, pero aunque todavía reaccionaba más de lo quisiera, ya no sucedía de igual manera.

Las pocas veces que salía fuera de casa eran prueba de ello. 

Pensaba con humor en varios sucesos que se habían dado en los últimos tiempos, como por ejemplo la tarde que fui al supermercado y abandoné el carro lleno de comida en medio de un pasillo... 

Y todo porque mi hijo mayor tuvo una urgencia y no le permitieron usar el baño público debido a nuevas restricciones. 

De nada sirvió que él y seguidamente yo, le pidiésemos a la cajera que le permitiese entrar un momento. Su única respuesta fue que las órdenes venían de "los de arriba" y que no podía hacer nada al respecto (¿Pulsar un botón?).

!Aquello me desconcertó! Y me pareció tan ridículo que ni quise perder el tiempo discutiendo. Con toda la calma del mundo le solté un "está bien" y sonriendo a mis niños les hice un gesto para que me siguieran hacia la salida mientras ellos señalando al carro exclamaban: !Mamá, que te dejas la comida!.

Ahí pude ver bien claro que algo estaba cambiando, pero ya no fuera, sino dentro de mí. 

La que yo era meses atrás hubiese terminado de hacer la compra muy molesta y a toda prisa para llegar a casa lo antes posible, pero ese no fue el caso.

En vez de hacer eso, simplemente acepté que no podía cambiar la situación, me ahorré palabras y di prioridad a lo urgente que en ese momento era que el niño pudiera llegar a un baño. 

No voy a negar que sentí frustración !Porque hasta las cosas más sencillas como hacer la compra, se habían convertido en una tarea de lo más molesta!. Sin embargo, pude sentirme satisfecha con mi manera de reaccionar, guardando la calma y riéndome a carcajadas con mis chicos en el coche de camino a casa.

Recuerdo que a aquel suceso le siguió otro que ya no me hizo tanta gracia. 

Justo a la mañana siguiente me llamaron del colegio para informarme que debía recoger a los niños. Debido a un posible contagio en el comedor  algunos escolares debían permanecer en cuarentena un mínimo de diez días y además, acudir al hospital para hacerse "la prueba" (trámite obligatorio para poder incorporarse a las clases, si no daban positivo).

Aquello, no solo implicaba otra semana como maestra de escuela en casa  sino el adiós a las mañanas libres que yo tenía tan ocupadas, al fin de semana que me tocaba librar por convenio y el tener que llevarlos a rastras al hospital.

Recuerdo que la mañana que les tocó hacerse la prueba fue como estar en un Mc auto un sábado noche en hora punta, a diferencia de que tras aguantar una larga cola, en lugar de llevarte una bolsa de papel llena de comida basura, a ellos le metían un palito por la nariz y a mí me regalaban una duda con la que entretenerse durante cuarenta y ocho horas.

Lo que más me sorprendió de mí fue no preocuparme ni quejarme de nada. Y afortunadamente, hasta pude alegrarme de que los resultados dieran negativos. Lo extraño hubiese sido lo contrario. De haber sido el caso, habría tenido que poner en duda la efectividad del test porque los niños no tenían ningún síntoma de nada.

Aquellos días de vacaciones forzosas con ellos en casa no pudieron pillarme en peor momento, pero opté por ver el lado bueno y !pude verlo!. 

Me sirvieron para definitivamente, comprobar lo mucho que había mejorado mi relación con ellos a lo largo de los meses, para contagiarme de su alegría por no tener que ir a clase y para ponerme las pilas, todavía más si cabe, en los escasos ratos libres que tenía para mí.

Aquella semana decidí por fin ponerme una fecha límite para soltar el blog porque estaba harta de mí y de aquella rutina que me había autoimpuesto, que para colmo tenía que compaginar con mi labor de madre las 24 horas. 

A ratos sentía como si estuviese atascada en la boca de un gran pez a la espera de me escupiese de una vez por todas. Cuanto menos quedaba para dar al botón de "publicar" más impaciente me sentía.

Finalmente, la fecha elegida coincidió con el día de cumpleaños de mi hijo menor.

Curiosamente él, unos días antes,y sin tener ni idea de a qué me estaba dedicando, me había dicho: Mamá, quiero ser youtuber ¿Por qué no te haces pintora?

Del blog no le había contado nada porque conociéndolo como lo conozco, sabía en cuestión de segundos se lo estaría contando a todo el mundo.

Desgraciadamente en pintora no podría convertirme, pero al menos haría algo con mi obra y él podría verlo algún día.

Al pensar en ello mientras hacía este dibujo, me vino a la memoria una película de Tim Burton que me encantó. 

Recordé aquel pez como metáfora de la vida y la relación padre e hijo y pensé: Bien es verdad que nuestra vida es puro cuento.¿Se quejarán mis hijos de mis historias algún día?

Hasta que no llegase el momento, nunca lo sabría. Sólo me quedaba claro que al final, nuestra historia de vida no era más que una recopilación de anécdotas que iban ganando o perdiendo detalles con el paso del tiempo. 

Lo importante no era lo que vivíamos ni lo que pensábamos, ni siquiera lo que sentíamos, sino la manera en la que recordábamos los sucesos con los que identificábamos al personaje que con ellos íbamos creando. 

¿Qué cuentos te cuentas?

Explanation:

Those days were very intense.

The changes that I experienced inside my head were also reflected outside. I must admit that I was amazed by that new "way of being" that suprised me more each day. They were a great discovery for me!

I could not help being affected by the unconfortable surrealistic reality. However, although I still reacted more than desired towards the external events tha ocurred at that time in the world, I did it in a different manner.

The few times I went out, were proof of that.

I joked about a number of events over the course of two weeks or so, as for instance, the one concerning the afternoon that I went shopping and I left the trolley full of food in the middle of a supermarket aisle...

And all because my eldest son had the urge to go to the toilet and he was not allowed to use it because of the new restrictions.

Unfortunately, neither my son nor me were able to convince the cashier of letting him in. The only answer she gave us whas that she had to follow the given normative and could do nothing ( She had just to push of a button!). 

I was taken aback by her answer but there was, in fact, no point in me discussing this or that. Instead of wasting my time, I smiled and said: That´s ok and right after, I looked up my kids and made a signal with my head saying them to follow me to the supermarket exit while they pointed at the trolley and exclaimed: Mum, you forget the shopping!

That was how I was able to clearly see that something was changing, but not just outside but inside me as well.

The person I used to be had acted differently. Before, that situation would have made me upset and I would have probably finished shopping in a hurry to get home as soon as possible. Instead, I rapidly accepted that I could not change the situation, I spared my words and gave priority to my son´s  needs.

I cannot deny that I felt frustrated but I also felt fine with doing what I did. Strangly, I felt satisfied with my way of reacting: Remaining calm and laughing with my boys in the car on the way home. 

However, the following day I received a phone call that did not make me laugh at all. 

I was not all keen on being informed that due to a possible risk of contagion in the school canteen, many kids, including mine, should be quarantined for at least ten days and be taken to the nearest hospital to have a test done.

That implied dealing again with extra school homework every day, saying goodbye to the free mornings where I was so busy dealing my stuff, not being able to enjoy the free weekend I had as per agreement, and having, besides to take them to the hospital against their will.

The morning I took them to have the test done was like being at a Mc Cauto at peak times, with the difference that instead of being given a paper bag full of junk food, my kids got a a stick introduced in their nose and I received as a gift a doubt that lasted forty-eight hours.

I got surprised when I noticed that I did not worry or complain about anything at all. Fortunately, the test results were negative, as expected ( If I had been informed that my kids were "ill", I would have got astonished as they did not have any symptoms that led me believe that they had healthy issues).

That was how a week of "forced vacations" ensued, where I had to compaginate the dedication to my project with my role of mum twenty-four-seven.

Those days helped me to see how much the relatioship with my children had greatlly improved and also to feel happy for them, who were overjoyed to be at home all day long. And in the meanwhile, I did my best to take advantage of any spare minute to dedicate myself to my things.

Sometimes, I felt like I was locked in the mouth of a big fish, looking forward to being released once and for all. The closer I was to click the publish button, the more impatient I became.

Eventually, the chosen date coincided with my youngest son´s birthday, who curiously, a couple of days before, had come to me and say: Mum, I will be a youtuber. Why do not you become a painter?.

He neither had a clue about me planning to do something with my drawings. nor knew anything about the blog thing. I kept it secretly because I knew that he could not help spreading around any news!. 

Unfortunately, I could not ever become a painter but at least, I would do something with my work, which someday he might be able to see.

When I thought about that, I was reminded of a film that I loved, "Big Fish", directed by Tim Burton. 

I suddenly thought about that fish as a metaphore of life and the father-son relationship and I wonder if my son would ever complain about the way I tell him about my stories.

I would not know until the time came. I was only certain that our life experience was not more than a collection of personal anecdotes which were gaining or loosing details as time went by.

The important thing was not what we lived or what whe thought, not even what we felt, but the way we were able to recall the events with which we could identify the character we ourselves had created with the summary all of them.

What tales do you tell to yourself?

Enlaces / Links:

Big fish / John Kreisser

 Trailer Big Fish