Gloria Ram

159. LA BÚSQUEDA /PURSUIT

(parte 1/4 - part 1/4)

" Ponte las botas / Fill your boots" 

Fecha / date: 28/07/22

"Quien vive de ilusiones, cosecha decepciones. 
Por tanto, antes de pensar en llenarte, vacíate de tonterías"

"Those who live on illusions, reap disappointment.

Therefore, before you think of filling yourself up, empty yourself of nonsense."

Explicación / Explanation:

La tarde que retomé este dibujo mi prioridad era vencer mi frustración.

Había malgastado toda una mañana entera cogiendo trenes y pateando las calles bajo un sol abrasador ( el día más caluroso del verano, dijeron que era).

Y no había conseguido nada, excepto llevarme un plantón por parte del inspector de secundaria de zona con quién tenía cita previa, el desencuentro con una recepcionista, que dudo que algún día pueda ser aspirante a Miss Simpatía, y la peor de las respuestas:

-No puedes hacer nada. Espera a septiembre. 

Antes de meterme de lleno en este dibujo, lo coloqué en el suelo junto con los más recientes para situarme en contexto. 

De todos los que había iniciado alrededor del 11 de julio, este era el segundo, y sabía perfectamente por qué estaba postergando tanto su terminación.

Lo había comenzado en un momento de euforia, al poco de comenzar el del botín con el que había representado mi zona de confort ( Dibujo 156/ 2022 diario).

- ¡La de cosas que me quedan por hacer!-recuerdo haber exclamado en aquel momento, como si tuviese frente a mí una piñata repleta de posibilidades... 

Lamentablemente, la euforia no me duró lo suficiente como para continuar dando palos de ciego a un recipiente que parecía contener de todo, menos caramelos. 

Bastaron un par de semanas para darme cuenta de lo ridícula que era la comparación de mi paso por este mundo con una bota alta por llenar.

Con mi positivismo de mierda lo único que hacía era alimentar a mi peor enemigo, el autoengaño. 

Así pues, pasé de decirme: "Ábrete a todo lo nuevo que la vida te depare, ¡y ponte las botas con todo aquello que deseas!", a advertirme que "quien vive de ilusiones, cosecha decepciones".

-¡Antes de pensar en llenarte, vacíate de tonterías!- me dije a la que giraba la lámina, mientras retomaba este dibujo, dejando la bota boca abajo. 

En aquel momento, de lo primero que me acordé fue de la efímera ilusión de exponer algún día en el Museo del Calzado, ¡tema del que no quería ni oír hablar!

Ya tenía dos lugares en los que exponer, y ni idea de cómo me lo iba a montar.

No me servía de mucho intentar aferrarme a la vaga promesa de poder contar con un biombo, una mesa grande de madera, un furgón para cargarlo todo, y una persona dispuesta a acompañarme. 

¡Cómo idea estaba genial! El problema era que cada vez que pensaba en ello y mi mente me decía ¡confía!, mi cuerpo se contraía de tal manera, que en lugar de tranquilizarme, sentía malestar. 

Y como aquel tira y afloja dentro de mí me dejaba con la sensación de que confiando tanto me estaba haciendo un flaco favor, decidí pasar a la acción.

Opté por buscarme un plan B antes de que fuese demasiado tarde. 

Curarme en salud me pareció más productivo que quedarme a la espera de comprobar si la palabra de otro tendría o no valor.

Así pues, mandé un mensaje de Whatssap, y a los cinco minutos ya tenía un acompañante de reserva en el banquillo. 

Mi mente no tardó en exclamar aliviada:

-¡Eso es mejor que nada!

El problema fue que la reacción de mi cuerpo no le acompañó en absoluto. 

De repente, sentí un escalofrío tan potente, que me dejó congelada en pleno verano, di un salto hacia atrás a la que solté el móvil como si quemase en la mano, y mi cabeza se movió expresando rechazo... Acabando en un estado de desasosiego que me duraría varias horas.

Por más que lo intenté, no pude digerir el por qué habiendo recibido la respuesta que deseaba, había sentido de todo menos alegría.

Y de nuevo ahí la tenía, a mi propia mente, posicionándose como mi principal oponente.

Me pedía explicaciones del por qué estaba rechazando la ayuda que tanta falta me hacía. Me acusaba de ser una exagerada, una neurótica y una tía muy poco práctica.

Me negué a escucharla.

Estaba tan sorprendida, que lo único que deseaba era averiguar el origen de aquella reacción física tan visceral. 

Y como sospeché que mi base de datos desordenada no me iba a servir de gran ayuda, hice el esfuerzo de centrarme únicamente en mi respiración y en las sensaciones de mi cuerpo, cuyo lenguaje continuaba siendo todo un misterio por descifrar.

No tardé demasiado en recordar lo mucho que la mente miente y lo potente que es la memoria del cuerpo, que nunca engaña.

Comparé lo que sentía con lo que había sentido en momentos puntuales del pasado...

Variaban las situaciones y los personajes. Mi mente siempre me confundía y me complicaba la toma de decisiones. Sin embargo, las señales de mi cuerpo ante "posibles amenazas" eran bastante claras...¡y el paso del tiempo casi siempre se encargaba de mostrarme que no eran tan imaginarias!

Fue recapitulando acerca de todo aquello, que pude reconocer patrones de conducta en mi interacción con los demás que había llegado la hora de romper.

Aferrarme a la necesidad de hallar una explicación racional o lógica para saber si me convenía o no tener a alguien cerca, era el primero. 

No necesitaba pruebas para saber si alguien sería "una persona vitamina" para mí, o todo lo contrario.

Y además, tenía mejores cosas que hacer que relacionarme o dejar entrar en mi vida a cualquiera, sólo porque me gustase la frase: 

"Todo el mundo es bueno mientras no se demuestre lo contrario". 

En lugar de decirme eso, más me valía aprender a discernir y plantearme si la compañía de otros sería o no beneficiosa para mí.

No se trataba de ponerme a la defensiva, sino de ser más precavida, y hacer uso del mecanismo de "la cuenta atrás aplicando la ley del mínimo esfuerzo", lo antes posible, siempre que fuese necesario.

Lo que viene a ser recular sin hacer ruido hasta llegar a contacto 0 (no permitir que lo que otros hagan me afecte, dejarles jugar sus cartas como deseen, sin interferir, sin entrar en su juego, y sin molestarme en mover un dedo, a no ser que no quede más remedio).

Ahí fue cuando me di cuenta de lo harta que estaba de cargar con la creencia absurda de que todo el mundo se merecía el beneficio de la duda. Tanto si lo merecían como si no, no era asunto mío.

A mí sólo me tocaba tener claro si realmente me merecía o no la pena descubrirlo. 

Quería jugar con los demás en igualdad de condiciones, de una vez por todas, y no se me ocurría mejor manera que la de mirar por mí la primera, en lugar de quedarme a la espera de comprobar si otros me tendrían en cuenta.

No tenía que ser ni agradable ni desagradable, sino permanecer alerta para frenar a mi tendencia a ignorar los defectos de los demás porque me gustaba más fijarme en su lado bueno.

¡La de tiempo y energía que habré malgastado a lo largo de mi vida por interactuar con personas que me vacían en lugar de llenarme!

Sentí que había llegado el momento de dejar de confundir joyas con bisutería por culpa de la entrometida de mi mente discursiva, que siempre me convencía de que no tenía nada que perder ni que temer.

Así pues, me propuse no volver a negar las reacciones de mi cuerpo que me pedían cautela; no volver a ignorar todo lo que me olía mal, convenciéndome de que sólo eran prejuicios y gilipolleces sin sentido; no excusar las contradicciones e incoherencias de otros, diciéndome que todo el mundo se merecía una oportunidad, que le diese tiempo al tiempo, que nada era para tanto, que todo eran imaginaciones mías y bla,bla,bla...

Para resumir, me pedí dejar de tener tanta manga ancha con gente que no se merecía mi atención, y sobre todo, hacer más caso a mi instinto y renunciar a seguir buscando tesoros ocultos en otros.

-Sola o acompañada, harás lo que tengas que hacer, y lo harás por ti. Este es tu sueño, y eres tú quién te lo tienes que currar- me dije de modo tan tajante, que hasta dejé sin argumentos a la pesada de mi mente.

Explanation: 

The afternoon I took up this drawing my priority was to overcome my frustration.

I had wasted a whole morning catching trains and walking the streets under a scorching sun (the hottest day of the summer, they said it was). 

And I had achieved nothing, except to be stood up by the local secondary school inspector with whom I had an appointment, a disagreement with a receptionist, who I doubt will ever be a Miss Congeniality contender, and the worst of responses:

-You can't do anything. Wait until September. 

Before diving into this drawing, I placed it on the floor with the most recent ones to put it in context. 

Of all the ones I had started on 11 July, this was the second one, and I knew perfectly well why I was putting off finishing it for so long.

I had started it in a moment of euphoria, shortly after beginning the one about the booty with which I had represented my comfort zone (Drawing 156/ 2022 journal).

-So many things to do!- I remember exclaiming at that moment, as if I had in front of me a piñata full of possibilities... 

Unfortunately, the euphoria didn't last long enough for me to continue to beat around the bush with a container that seemed to hold everything but candy.

It only took me a couple of weeks to see how ridiculous it was to compare my passage through this world with a tall boot to fill.

Positive thinking sucks! All I was doing was feeding my worst enemy, self-deception. 

So, I went from telling myself "be open to everything new that life brings you, and fill your boots with everything you desire", to warning me that "those who live on illusions, only reap disappointments".

-Before I think of filling myself up, I must empty myself of nonsense!- I said to myself as I turned the sheet over, leaving the profile of the boot I had already drawn upside down, as the boot still reminded me of the ephemeral illusion of exhibiting one day in the Footwear Museum, a subject I didn't even want to hear about!

I already had two places to exhibit, and no idea how I was going to set it up.

There was no point in trying to hold on to the vague promise of a screen, a big wooden table, a van to carry everything, and a person willing to accompany me. 

It was a great idea! The problem was that every time I thought about it and my mind told me to trust, my body contracted in such a way that, instead of calming me down, I felt uneasy. 

And since the tug-of-war inside me only left me with the feeling that I was doing myself a disservice by trusting so much, I decided to take action.

I opted for a plan B before it was too late. 

I thought it would be more productive than waiting to see whether or not someone else's word would be credible and had some value.

So I sent a WhatsApp message, and within five minutes I had a backup companion on the bench. 

With that I soothed my mind, which immediately exclaimed: 

-That's better than nothing!

The problem was that my body's reaction did not follow. 

Suddenly, I felt such a shiver that I froze, I jumped backwards and dropped the mobile phone as if it was burning, and my head moved expressing rejection... Ending up in a state of unease whose source I did not understand.

Try as I might, I could not digest why, having received the answer I wanted, I had felt anything but joy.

And there it was again, my own mind, positioning itself as my main opponent.

It was asking me to explain why I was reluctant to accept the help I so desperately needed. She accused me of being very exaggerated person, a neurotic and a very impractical woman.

I didn't want to listen to my mind.

I was so surprised, I just wanted to find out the source of this visceral physical reaction. 

And since I suspected that the messy database attacking me was not going to help me, I decided to make the effort to focus only on the sensations of my body, whose language remained a mystery to be deciphered.

Then I remembered how much the mind lies and how powerful the body's memory is, which always tells the truth.

The situations and characters varied. My mind always confused me and complicated my decision-making more than usual, contrary to the very clear signals my body gave off in the face of "possible threats"... which the passage of time had shown me were not imaginary!

So, it was by focusing on comparing what I had previously felt with what I felt, rather than what I thought, that I was able to recognise patterns of behaviour in my interaction with others that it was time to break.

Clinging to the need to find a rational or logical explanation for whether or not I felt like having someone close to me was the first. 

I didn't need proof to feel if someone would be"a vitamin person" to me.

I had better things to do than to relate to or let anyone into my life, just because I believed the phrase "everyone is good until proven otherwise". 

I found more useful to wonder whether or not the company of others would be beneficial to me.

It was not a matter of being defensive, but of being more cautious, and of implementing, the "countdown with minimum effort", the sooner the better, and whenever I needed.

That is to say, to back off without doing anything until I reach Zero contact, or what amounts to the same thing, not allowing what others do to affect me, and letting them play their cards as they wish, without getting involved in their game, and without bothering to lift a finger (unless I have no choice).

And to get rid once and for all of the absurd belief that everyone deserves the benefit of the doubt! Because whether they deserve it or not is none of my business.

All I had to do was to ask myself whether or not it really deserved the trouble to find out. 

I wanted to play on equal terms with others, once and for all. And the only way was to look out for myself first, instead of waiting to see if others would take me into account.

I didn't have to be pleasant or unpleasant, just alert to curb my tendency to ignore other people's faults because I preferred to focus on their attributes.

The amount of time and energy I must have wasted throughout my life interacting with people who empty me instead of filling me up!

I could no longer go through life confusing precious stones with costume jewellery, because of the meddling of my discursive mind, which always convinced me that I had nothing to lose and nothing to fear.

I compromised myself to no longer deny the reactions of my body that asked me to be cautious; not telling myself that everything that smelled fishy to me was just a nonsense of mine; no longer excuse the contradictions and inconsistencies of others by telling myself that everyone deserved a chance, that time would show their true colours to me, that it was all my imagination and blah, blah, blah....

To sum up, I asked myself to stop being so easy-going with everybody, and above all, to listen more to my instinct so as not to waste my time looking for hidden treasures in others.

-Alone or accompanied, I will do what I have to do, and I will do it for me. This is my dream, and I'm the one who has to work for it- I told myself in such a blunt tone, that even my heavy mind ran out of arguments.

Gesaffelstein - Pursuit

Qué es una persona vitamina - Marian Rojas